Una joven mexicana llega a Long Island, sin familia ni amigos; solo con el deseo de superarse y ser feliz. Nunca se sabe dónde se encuentra la felicidad y el primer empleo de Areli fue en un restaurante donde tenía un adorable jefe; colombiano, el joven Sebastian. Ambos con culturas completamente diferentes, sin embargo, comenzaron a compartir sus experiencias e intercambiar costumbres. Así surgió el amor que los llevó a unirse en matrimonio el 27 de julio en el hogar de los padres de Sebastian. Acompañados de familiares y amigos del novio, que ahora también lo son de Areli, sonrieron todo el tiempo, demostrando lo feliz que estaban de casarse.
Bendecidos con amor para que sea por siempre y para siempre