En el Restaurante Tango, en Long Island, tuve el placer de oficiar la boda de Maricel y Sergio, quienes estuvieron acompañados de familiares y amigos. Un grupo sonriente que no perdía atención de la ceremonia. Los novios, completamente enamorados sonreían todo el tiempo y sus acompañantes disfrutaban de verlos tan felices.
Bendecidos con Amor para que sea por siempre y para siempre