El buen humor de Iner siempre prevaleció en las reuniones previas e igualmente en la boda. Cuando les pregunté de su inicio, me dijo que habían sido novios en bachillerato y él se había venido a buscar mejor futuro. Un año después, ella vino a NY y continuaron el noviazgo. El con simpatía dice: “ella no podía vivir sin mí y se vino a buscarme”.
Estuvieron acompañados de familiares y amigos y también del Pastor de su Iglesia, a quien le di la palabra al yo finalizar la ceremonia civil, para que les diera su bendición religiosa. El salón Westbury Manor estaba, como siempre, lindamente decorado para el evento.
Bendecidos con amor para que sea por siempre y para siempre